Sus orígenes se remontan al pasado colonial del país, sobre todo, desde la perspectiva de las personas esclavizadas afrodescendientes que habitaron y trabajaron en la zona.
[3] Los principales agentes sociales serían afrodescendientes, mestizos, indígenas y otros grupos subalternos que se apropiaron de los elementos católicos tradicionales para dinamizar nuevos significados y transmitirlos a la comunidad.
Las matracas son un objeto de uso religioso, que remite al sonido de los grilletes y las cadenas utilizadas entre la comunidad esclava y afrodescendiente, por lo tanto, tiene un rol central en la trasmisión del significado de la danza y la devoción.
Asimismo, mediante la matraca se organiza la danza, los pasos, los tiempos, el ritmo y el recorrido dentro del Santuario o la localidad.
El baile en sí consta principalmente de tres momentos; el saludo, la invocación y la retirada.