[1] Avión relativamente convencional para su época, el C.I seguía la práctica contemporánea de un solo motor tractor con dos cabinas, la delantera para el piloto y la trasera para el observador/artillero.
Otros problemas con los aviones de fotorreconocimiento incluían las vibraciones, que provocaban imágenes borrosas, la estrecha cabina trasera, y la imposibilidad de llevar cámaras de mayor longitud focal a 30 cm.
Incluso se criticó aún más la estabilidad y la engorrosa rueda de control del alabeo, que hacía al C.I ligero en los controles y propenso a oscilar a la menor alteración.
[1] Para aliviar algunos problemas con las prestaciones, fue desarrollada la serie 137 del C.I, propulsada por un Austro-Daimler 6 de 149,14 kW (200 hp), pero la disponibilidad de los motores estaba limitada debido a que se les dio prioritariamente a los cazas.
[1] Algunos aviones C.I fueron convertidos en monoplazas, perdiendo 30 kg de peso, armados con dos ametralladoras sincronizadas en el fuselaje, demostrándose populares gracias a sus prestaciones aumentadas.