Auxencio llegó a ser considerado como el gran opositor del Credo niceno en Occidente.
[1] Según Atanasio de Alejandría, su opositor, Auxencio era «ignorante incluso del latín, e incompetente en todo excepto en la impiedad».
La época en la que vivió Auxencio estuvo marcada por la lucha entre los arrianos y quienes apoyaban el Concilio de Nicea.
Tras la muerte de Constancio, el emperador anticristiano Juliano el Apóstata (fallecido en 363) dejó a Auxencio tranquilo en su diócesis.
En el 372, el papa Dámaso I convocó un sínodo en el que se condenó explícitamente a Auxencio como hereje.