Autoridad moral
Sostener autoridad moral se puede utilizar para legitimar movimientos políticos, en particular la resistencia no violenta, sobre todo en oposición directa a la violencia, y hay movimientos de desobediencia civil en todo el mundo que la han utilizado para ganarse la simpatía y el apoyo de la sociedad.[2] El economista y crítico social Robert H. Frank desafió la idea de que la conducta prosocial era forzosamente perjudicial para los negocios en su libro What Price the Moral High Ground?Esta perspectiva se asocia a veces al esnobismo, pero también puede ser una forma legítima de apoyar una postura.[5] Kate Fillion consideraba que, a raíz de la segunda ola del feminismo, «las suposiciones acerca de la superioridad moral femenina impregnan el discurso público», y sitúan a las mujeres como «camaradas en la autoridad moral, que se enfrentaron a un adversario común que habita en lo más hondo de las oscuras profundidades».[7] Peter Mandelson, consideraba que a Tony Blair «se le daba bien usar la autoridad moral y también perderla».