[2] Elegido cónsul para el año 464 a. C., su colega y él llevaron a cabo campañas separadas contra los ecuos, dejando Roma en manos de Lucio Valerio Potito, nombrado prefecto de la ciudad.
[3] Según Tito Livio, su colega fue vencido y se replegó a su campo.
En Roma, la amenaza parecía seria y la patria romana fue declarada en peligro.
El Senado dio plenos poderes a Aulo Postumio para que pudiera tomar las decisiones necesarias para restablecer la situación.
El jefe ecuo rechazó a la delegación, sin escucharla,[5] y la guerra se reanudó al año siguiente.