Se casó y vivió en medio de la pobreza con su esposa y su hija Sidonie, que luego de su muerte sería adoptada por Sébastien Faure.
En cierto momento de su vida decidió abandonar París para probar suerte en Argentina, en la región del Chaco, donde la realidad no se mostró menos hostil.
Después de tres años en el extranjero, Vaillant retornó a Francia en donde consiguió apenas sub-empleos casuales que apenas le permitían mantener a su familia.
Vaillant esperaba también conseguir denunciar la represión del gobierno de Jean Casimir Perier contra trabajadores y anarquistas.
Cincuenta personas fueron heridas, incluyendo el mismo Vaillant cuya nariz fue arrancada.