[2][3] Se cree que el nombre de Ataecina proviene del celtíbero ate gena, «renacido».
Ataecina tenía un culto de devotio, en el que se la llamaba para pedir una curación u, ocasionalmente, maldecir a alguien, cuyo resultado podía ir desde pequeñas aflicciones hasta la muerte.
Por otra parte, en muchas inscripciones se le adjunta el sobrenombre servatrix, conservadora de la salud.
La proposición no fue aceptada por la Unión Astronómica Internacional, no solo por la polémica con Brown sobre el descubrimiento, ya que este último llevaba tiempo observando el objeto aunque sin anunciarlo, sino también porque las deidades ctónicas se reservan para nombres de objetos que orbitan en resonancia con Neptuno.
), lo que, según el Frankfurter Allgemeine Zeitung, ha levantado sospechas por la amistad entre Brown y Brian Marsden, que ha sido durante 30 años el director del Centro de Planetas Menores, encargado de asignar los nombres.