Nacido en una familia con arraigados valores y conexiones en la esfera política salvadoreña, Molina desarrolló desde temprana edad un interés por los asuntos públicos y el servicio a la comunidad.
[3][4] En su intento por abordar estos desafíos, Molina implementó una serie de políticas destinadas a fortalecer las instituciones gubernamentales, desde posturas Anticomunistas, mejorar la seguridad ciudadana y fomentar el desarrollo económico.
La oposición –que pretendía quitar el poder a los militares que gobernaban con sus miembros desde 1932– formó una gran coalición, la Unión Nacional Opositora (UNO) y presentó como candidato al democristiano José Napoleón Duarte, apoyado por los Estados Unidos.
En los días siguientes a la elección presidencial, la UNO presentó reiteradas denuncias sobre un fraude masivo en la votación y el escrutinio, pero José Napoleón Duarte, desmovilizó al pueblo que protestaba por el fraude electoral "normal".
Las autoridades electorales ignoraron las denuncias y declararon presidente electo al coronel Arturo Armando Molina.
Duarte intentó aprovecharse del contragolpe, poniéndose a la orden de los alzados, por lo que al fracasar el movimiento, fue detenido y torturado por el régimen militar, y deportado a Venezuela.
El Coronel Benjamín Mejía, Manuel Rafael Reyes Alvarado y Mayor Pedro Antonio Guardado, fueron exiliados hacia Argentina.
En 1976, el presidente Molina propuso implementar un plan de reforma agraria cautelosa que fue rechazado por los sectores empresariales del país, la ANEP y la oligarquía rural.
Este proyecto comprendía 59 000 hectáreas de la región oriental tradicionalmente algodonera para ser distribuida a 12 000 familias campesinas, y los dueños latifundistas iban a recibir el precio real en el mercado, pero este proyecto fue abandonado.
Esto empeoró la desigualdad socioeconómica existente en el país, lo que provocó un aumento de los disturbios.