Entre 1860 y 1862 el francés Paul Foucart llevó a cabo tres campañas de excavación.
En 1893 empezaron las excavaciones y enseguida se vieron recompensadas por los importantes descubrimientos, empezando por el Tesoro de los atenienses con sus ornamentos arquitectónicos y las notas musicales grabadas en la piedra de dos tablillas: el peán de Aristonoo y un poema dedicado a Apolo, que permitió saber cómo era la música en la época.
Es estereotipado y mal terminado, difiere de los frisos que representan escenas o carros con numerosos personajes.
Los del lado occidental y meridional han sido realizados por un maestro lleno de ardor que estiliza sin perjuicio del movimiento y de la fuerza, aunque no fue muy hábil con las figuras humanas.
Estos frisos anuncian el gran arte de la época clásica.
Los artistas atenienses eran los principales representantes del paso de la época arcaica a la clásica.
Estas esculturas realizadas en altorrelieve están muy deterioradas, pero los fragmentos permiten percibir el nacimiento del gran arte ático.
Las tres jóvenes, adosadas a una columna, sujetaban una cuba ya desaparecida.
Son danzarinas que se mueven con gesto grave, mientras sus cortas túnicas temblaban alrededor de sus cuerpos.
La más notable y mejor conservada es la de Agias, vencedor del pancracio.
Más elegante es la estatua de Agealao, a la que le faltan los brazos y una pierna.