[2] La amalgamación de la plata y del oro con el mercurio ya se conocían en época romana.
Sin embargo, en las minas europeas, la obtención de la plata se hacía extrayéndola mezclada junto con el plomo.
El litargirio separado de la plata se reducía de nuevo a plomo metálico, plomo pobre, que se utilizaba ya para las aplicacionesde este metal.
Solamente el rosicler (pirargirita) era un mineral común a las minas europeas.
Alonso Barba considera que existen cuatro tipos de minerales, los metales, piedras, tierras y los jugos.
En el caso de las tierras, no se refiere a la tierra entendidad como elemento alquímico, sino a los materiales que no son duros como las piedras y que tampoco pueden fundirse como los metales o los jugos.
Este segundo apartado es especialmente importante, ya que su necesidad o incluso su efecto perjudicial depende del tipo de mineral.
Otro factor discutido es el orden en que deben mezclarse los materiales, la necesidad de repasos y los posibles problemas que pueden presentarse.Este libro termina con el modo de hacer las piñas y desazogarlas, describiendo otro más seguro y que permite una mayor recuperación del mercurio, acompañado de un grabado con los instrumentos necesarios.
En esta capítulo se ocupa, además de la plata, del plomo, hierro y mercurio.
Incluye también las instrucciones para la preparación de las copelas y para la obtención del agua fuerte Desde el punto de vista práctico, los capítulos segundo y quinto tienen una gran importancia, aunque desde el punto de vista teórico, básicamente el capítulo primero, sus ideas deben considerarse ya anticuadas para la época.
Dentro del texto, incluye doce grabados xilográficos de pequeño tamaño pero bien ejecutados, cada uno con varias figuras en los que se representan diferentes tipos de instrumentos y hornos, y que se han reproducido íntegramente, con sus explicaciones, en el apartado anterior.
Esta obra es rara tanto en las bibliotecas especializadas como en el comercio de libros antiguos.
Hasta las primeras décadas del siglo XIX, incluidas, su obra conserva valor tecnológico, y se cita y discute extensamente en otros libros sobre el tema, como los de Garcés y Eguía[11] y Sonneschmid[12] Dado el éxito de la obra, de la que se dijo que andaba tan escasa y aún el oro no podía hacer que se consiguiese,[13] en 1729 se publicó una segunda edición, sin fecha en la portada, pero sí en la dedicatoria, a Diego Arias Dávila.
Las figuras de la edición original se agrupan en siete láminas impresas separadamente en calcografía, incluyendo además la edición un frontispicio decorativo Una edición en alemán particularmente interesante, por el lugar de impresión, es la que se llevó a cabo en Ephrata, Pensilvania, en 1763, por cuenta de J. Georg Zeisiger, con el título Grundlicher Unterricht von den Metallen, en dos volúmenes.
Las figuras aparecen como láminas plegadas fuera de texto, realizadas en talla dulce.
[15] En 1923 se publicó una traducción al inglés, a partir de la edición publicada por Manuel Fernández, que los traductores, Douglass y Mathewson, consideraron erróneamente que era la de 1729.