Clodoveo I, durante su reinado (r. 481–511) reunió un gran territorio bajo su control y eligió la fe cristiana al ser bautizado en el cambio del siglo VI (496 o 506).
Tanto él como sus sucesores, como los demás pueblos cristianos, erigieron edificios nuevos, especialmente iglesias y monasterios, que hicieron de centros culturales pero también, sobre todo, de bases para la irradiación del poder central.
Decayeron todas durante los últimos reinados de la dinastía merovingia pero fueron brillantemente restauradas por Carlomagno a finales del siglo VIII y principios del siguiente.
Un elemento típico de la arquitectura merovingia, tal vez originado precisamente en Tours, es la presencia del sarcófago o del relicario de los santos venerados en los santuarios, colocados en una posición elevada detrás del altar, tal vez en el ábside, de manera que fuesen visibles para los fieles.
Tres baptisterios octogonales están en Aix-en-Provence, Riez y Fréjus, cada uno cubierto con una cúpula sostenida por pilastras, haciéndose eco de como la iglesia de San Giorgio a Ezra'a en Siria.