(Persépolis, Susa, Ecbatana), templos construidos para la veneración y reuniones (como los templos del Zoroastrismo), y mausoleos erigidos en honor de los reyes caídos (como la tumba de Ciro II el Grande).
La característica por excelencia de la arquitectura persa era su naturaleza ecléctica con elementos asirios, y de la Grecia asiática, todos incorporados, y aún manteniendo una identidad persa única que se aprecia en el producto terminado.
Los relatos antiguos traducidos dan una vívida descripción de la tumba tanto geométrica como estéticamente.
[8] El techo del edificio y de hecho la estructura, es una piedra caliza alargada frontón.
[8][10] Los magi eran un grupo de zoroastrianos, ubicados en una estructura separada pero conectada, posiblemente un caravasar, pagado y atendido por el estado aqueménida (se dice que recibían un salario de pan, harina y una oveja cada día)[7]).
[8] La tumba originalmente estaba adornada con una inscripción que, según Estrabón (y otras fuentes antiguas), decía:[9] «¡Oh hombre!
Recordarme por ello, no por este monumento.» El edificio ha sobrevivido a la prueba del tiempo por 2500 años.
[14] Las columnas eran únicas en el hecho de que cada una tenía un capital compuesto a menudo representando toros o animales.
Conocido como "Relieve del tesoro", las escenas representadas en Apadana subrayan la continuidad del reino a través de Darío I, y subrayan su presencia en todo el imperio, así como presenta a su ejército de persas "inmortales".
[16] Para que una estructura tan masiva funcionara adecuadamente, el peso del techo, columnas y la terraza tenían sue ser distribuidas de man era uniforme.
El material del techo era una aplicación compuesta de madera y piedra, disminuyendo su peso total.
Este gran artefacto histórico desafortunadamente está en serio riesgo de "daño irreparable"[3] por negligencia, los elementos y vandalismo.
Durante este periodo de tiempo muchos políticos occidentales, poétas, artistas y escritores gravitaron hacia Irán, y a Persépolis, ya fuera en función de las relaciones políticas con la monarquía iraní o para informar o visitar las ruinas.
El personaje histórico más notable que vandalizó esta estructura fue Alejandro Magno, quien después de entrar a Persépolis en 330 a. C., la llamó «la ciudad más desagradable de Asia» y permitió a sus tropas macedonias saquearla.
Años después, tras volver a visitar la ciudad que había ordenado quemar, Alejandro se arrepentiría de su acción.
Muchas personas en los siglos siguientes dañarían Persépolis incluyendo ladrones y vándalos durante la dinastía sasánida.
Cuando los ejércitos árabes invadieron en el siglo XVII, causaron muchos disturbios civiles, hubo persecución religiosa, y quema de libros.
Causas naturales como terremotos y el viento también han contribuido al deterioro general de la estructura.
[21] Incluso hasta la fecha, la estructura no está a salvo de la destrucción y vandalismo.
Esto explica por qué el palacio se incendió cuando Alejandro Magno, le prendió fuego.
Istakhr tenía un papel religioso ya que era el lugar en donde los aqueménidas reverenciaban a la diosa del agua Anahita.
Más tarde los sasánidas, también crearon su propia firma histórica sobre la estructura, llamada el Naqsh-e Rajab.
Esta enigmática estructura mide alrededor de 12.5 metros de altura (~ 35 pies), con una forma linear y cúbica, y una base cuadrada (~ 22 pies de los lados),[7] construida en lo que es esencialmente una depresión cavada rectangular, teniendo en todos sus lados, menos uno, cuatro depresiones rectangulares asemejando ventanas ciegas así como múltiples depresiones rectangulares en la fachada dispersas en las ventanas , así como en la escalera.
Desde una perspectiva, su proximidad a las tumbas de los reyes, y su diseño simple, se piensa por algunos estudiosos que indica que el cubo era un templo zoroastriano, y que el Naqsh-e Rustam era más que un templo para el duelo de los reyes difuntos, más bien un gran centro festivo en donde las multitudes se reunían en los días festivos a observar al rey orar a Ahuramazda, y tomar el sol en la magnitud de la estructura mientras rezaba a Ahuramazda.
[27] Esto sin duda sería lógico, pues las ciudad también estaba junto al Istakhr, un importante centro religioso y cultural.
[7] También hay que señalar, que las estructuras como existen hoy en día, no son únicamente trabajo de los arquitectos aqueménidas pues fueron modificadas y mejoradas por los sasánidas, quienes también las usaban para sus necesidades festivas y políticas.
La estructura originalmente tenía una losa de piedra superior que en tres lenguajes diferentes, (Persa antiguo, Elamita, Acadio) declaraba, "Yo, (soy) Ciro el rey, un aqueménida.
"[29] Esta escritura tallada estaba en su lugar original cuando Robert Ker Porter describió la pieza en 1818 pero, en algún punto se perdió.
Heródoto, relata que Ciro vio en sueños al hijo mayor de Histaspes, Darío el Grande con cuatro alas sobre sus hombros, cubriendo con la sombra de un ala a Asia, y con la otra ala a Europa.
[31] Parte de la razón por la que la comprensión del texto es tan viva hoy en día se debe al mismo Darío el Grande, porque escribió el mensaje de la inscripción en tres idiomas, por lo que permitió a los eruditos modernos descifrar un idioma y seguir con los otros dos, ya que el mensaje era esencialmente similar en las tres formas.