La persecución anticatólica se concentró en el África proconsular (norte de la actual Túnez), mientras que en el resto del reino vándalo las medidas represivas fueron puntuales y se limitaron a la expulsión de obispos.
La única excepción fue en 483-484 cuando el rey Hunerico intentó imponer el arrianismo en todo su reino mediante una política de terror, ejecutando a clérigos y rebautizando a los cristianos bereberes según el credo arriano.
[1] La muerte de Hunerico en 484 puso fin a esta persecución y restableció una semitolerancia fuera de la zona arriana del África proconsular.
Un siglo más tarde, el emperador bizantino Justiniano I derrotó a los vándalos y reconquistó Argel en 534.
Posteriormente se erigió el vicariato apostólico de Argel o Iulia Caesarea.