Con sus modernas fragatas así como con la experiencia y motivación de su tripulación logró remontar las deficiencias de su estrategia inicial y finalmente desmantelar a las fuerzas que impedían las campañas terrestres.
La historia de Chile había demostrado la vulnerabilidad del país con sus largas costas frente a fuerzas llegadas por el mar.
Sin duda los chilenos cometieron errores, a veces desastrosos, como los señalados por Wilhelm Ekdahl Anglin, militar e historiador sueco al servicio de Chile, que escribió en 1919 sobre las incursiones navales chilenas en el año 1879: Este juicio, justo o injusto, es el que se encuentra a menudo en los libros de historia.
Entre las críticas se lee a menudo sobre los errores tácticos y estratégicos de Juan Williams Rebolledo (no haber establecido un orden de batalla antes del comienzo de las hostilidades, no haber capturado el Chalaco, haber dejado Antofagasta sin protección para bloquear Iquique, haber deducido erróneamente que el bloqueo obligaría a la flota peruana a buscar la batalla decisiva)[2]: 81–86 En Valparaíso trabajaban dos diques flotantes, que sin embargo no podían recibir las fragatas blindadas, pero si las naves menores.
Sin embargo esta estaba restringida por las leyes de neutralidad que regían para los súbditos británicos.
Los chilenos que habían trabajado en Perú y los chinos libertos aportaron sus conocimientos.
Ambas funciones ocurrieron a veces bajo la bandera de la Cruz Roja Internacional.
Las cañoneras y los transportes embarcaban una escuadra de 10 a 11 hombres comandadas por un sargento.
Incluso durante el bloqueo del Callao por la escuadra en 1880, se consideraron tres soldados en la tripulación de los botes torpederos.
Tampoco es su misión, como apunta Donal Worcester en su escrito sobre la estrategia en la guerra del Pacífico, donde cita a Alfred Mahan: La Armada desempeñó un importante rol en la interrupción del transporte de armas desde Panamá a Perú mediante el bloqueo de los puertos más importantes, la expedición Lynch y también la presencia del naves chilenas en Panamá y Ecuador.
Alfred Mahan, el autor de The Influence of Sea Power upon History, 1660-1783 que dio los fundamentos históricos y políticos del fortalecimiento de la US Navy, estuvo estacionado en el Callao durante la guerra.
Existían en algunos países no beligerantes corrientes de opinión pública que exigían una intervención armada para finalizar la guerra, es decir, imponer a los beligerantes una paz conveniente a los intereses que representaban.
El historiador chileno Sergio Villalobos da otra interpretación de las fuentes y advierte que una guerra naval en las costas sudamericanas hubiese sido demasiado costosa para cualquiera de las potencias interesadas en el comercio internacional.