El enorme crecimiento de la capital del imperio obligó a los arquitectos a construir estructuras de gran tamaño, para las que la arquitectura adintelada resultaba insuficiente.
Se recurrió entonces al arco, que a diferencia de la viga, no exigía unos grandes esfuerzos de tracción para los que el ladrillo y la piedra no eran adecuados.
En todas las épocas, La finalidad del arco de descarga ha servido a dos fines similares: aliviar la carga en zonas del muro construidas con materiales o aparejos más débiles, o reducir el peso sobre las zonas en las que se planteaba abrir un hueco, si bien muchas veces ambas funciones concurrían en un mismo punto.
También se utilizó frecuentemente en la arquitectura neoclásica, que supuso una vuelta a la estética adintelada de Grecia y Roma, donde se utilizó con el mismo propósito de ampliar el hueco que entonces.
En ocasiones se han empleado con fines meramente decorativos, como en las arcadas ciegas de la arquitectura románica italiana, o más recientemente, en las arquitecturas fascistas europeas del siglo XX en Alemania, Italia y España.