Apariciones marianas de Garabandal

o Francisco Odriozola llegaron a explicaciones homogéneas ya que tenían pareceres contrarios entre sí.

Judith M. Albright, especialista en estos asuntos, calcula que, en Garabandal, la Señora se apareció más de dos mil veces.

Ella misma indica que lo importante de las apariciones no fueron los sucesos exteriores y así lo escribe en su diario: Ante todo, el mensaje.

Debido a la remota localización de la aldea y las dificultades de acceso, Garabandal mantiene casi el mismo aspecto que tenía en los años sesenta y no ha sufrido las transformaciones producto del interés turístico como en otros lugares.

Miraron hacia donde creían que podía venir, pero el día estaba totalmente soleado y sin nubes.

Las otras tres niñas, al ver cómo estaba su compañera, creyeron que «le había dado un mal» y comenzaron a gritar.

Sánchez-Ventura relata el momento de la siguiente manera: Conchita con las manos juntas señalaba hacia la aparición y decía: «¡Ay!… ¡ay!» Llena de miedo, Mari Loli se levantó para pedir ayuda, pero se detuvo y miró hacia donde señalaba Conchita, sus amigas hicieron lo mismo.

La vidente escribe deficientemente, haciendo notar la escasa formación recibida en la precaria escuela rural y muy asustadas, corrimos hacia la iglesia pasando de camino por la función del baile que había en el pueblo.

Entonces una niña del pueblo, que se llama Pili González nos dijo: «¡Qué blancas y asustadas estáis!

Serafina no tomó postura y de forma muy maternal les propuso poner a prueba lo que decían.

La madre estuvo inconmovible pero al final admitió en su interior que le había pasado algo a su hija.

Como no podía acusarlas de mal alguno pues, las cuatro niñas coincidían hasta en los más pequeños detalles, cosa que dejó por escrito el cura en su cuaderno.

Sin embargo, hacia las diez de la noche cada una en su casa oyeron esta locución: «No os preocupéis que me volveréis a ver».

Al día siguiente, 21 de junio, algo se sabía en el pueblo y esa tarde acudieron a "la calleja" varios vecinos.

Según testimonio de Pérez: Las niñas clavadas de rodillas en el pedregoso suelo del camino, bien levantada la cara hacia algo o alguien que las tenía arrebatadas, la boca entreabierta con gracia nunca vista, un leve sonreír que ponía plena hermosura en todo su aire, el mirar de aquellos ojos tan puros… Cuando las cuatro volvieron en sí, vieron con asombro que en torno suyo unas lloraban, otras apretaban las manos contra el pecho, y otra, Clementina, estaba ya para correr al pueblo, a llamar a toda la gente.

Esta situación hizo que parte del público abriese sus corazones y buscasen a Dios.

El día 1 de julio se les volvió a aparecer por décima vez y le escucharon las siguientes palabras según cuenta Conchita en su diario:

Un diálogo tan sencillo sirvió para que alguno de los testigos no dieran crédito a las apariciones lo cual refiere Conchita en su cuaderno así:

El brigada Álvarez escribe: Informaron por separado al cabo Fernández... [y] todas ellas han coincidido.

Loli se dispuso a obedecer; pero claramente se advertía en ella la contrariedad o el miedo que le producía el tener que salir de casa a aquellas horas... Ya iba hacia la puerta con la linterna encendida en la mano, cuando cayó en éxtasis.

[66]​ A las preguntas que el periodista Zavala le hizo 60 años después, Jacinta contestaba así:

Al ver que las niñas no se apartaban, se quejó de su mala educación: "Estas coño crías…"[70]​[71]​ Al acercarse más, la impresión causada por la visión del éxtasis quedó tan grabada en Vicente, que nunca olvidó aquel primer encuentro con las apariciones.

Aunque natural de Cosío, Sarín tenía campos en Garabandal, por lo que diariamente subía a la aldea.

Para mayor abundamiento, Pepe Díez recuerda otro caso significativo por la perplejidad que produjo en los presentes los claros indicios de los cambios citados.

Entre los espectadores había al menos tres grupos de personas: Hubo una situación en la que el interés del público suscitó un examen tan original como extraordinario.

Junto a las niñas, reloj en mano, no se perdió detalle de lo que pasó en las distintas casas.

Su tía Maximina González, hermana de Aniceta, que estuvo presente, acompañó a la madre de la niña a Santander e hizo el siguiente relato:[90]​ El doctor Celestino Ortiz relata estos mismos hechos en una entrevista publicada seis años después, en 1967:

Esta le dijo que por su débil actitud en Santander había perdido las apariciones y continúa diciendo Conchita:

Las niñas no se detenían en los alrededores de la aldea sino que muy pronto entraron también en las casas del pueblo donde rezaban y santiguaban a los moradores.

La hierognosis, etimológicamente “conocimiento de lo sagrado”, es definida por la Teología Mística como una facultad concedida por Dios a:

Capilla del arcángel san Miguel
Vista de la cruz de la ermita de San Sebastián de Garabandal, construida con motivo de la supuesta aparición de la Virgen María
Los pinos de Garabandal donde se afirma que habrían tenido lugar las apariciones marianas