[1] El presente lienzo —junto con la Visión de san Pedro Nolasco y la Aparición de la Virgen a san Pedro Nolasco— constituye lo mejor de dicho conjunto, actualmente disperso entre varios museos y colecciones privadas.
[2] Este lienzo representa la aparición de san Pedro, consolando a san Pedro Nolasco —quien quería visitar la tumba del apóstol en Roma— y conminándole a proseguir su obra evangelizadora en España.
El cuerpo del apóstol es de una rigurosa precisión anatómica, y su rostro constituye un verdadero retrato naturalista de un anciano.
El perizonium es de un blanco deslumbrante, y el resplandor de la figura —que forma un aura dorada— ilumina la parte derecha del cuadro.
San Pedro Nolasco aparece con los brazos abiertos, y lleva una capa marfileña con pliegues dorados, destacando sobre el fondo neutro y oscuro.