Liberados en 1650, Antonio escogió la carrera de las armas para limpiar el honor familiar.
Una vez liberado continuó sus servicios, participando en las ocasiones de Badajóz y Elvas, en 1658.
Tras la firma de la paz con Portugal, Antonio encaminó sus pasos a su destino definitivo: Flandes.
D. Antonio tuvo un primer coqueteo con los duelos en 1677, hallándose en misión oficial en Madrid.
Fue necesario recurrir a la mediación del duque de Osuna para ajustar las diferencias entre ambos militares y evitar su enfrentamiento.
Durante su exilio forzado en las Provincias Unidas, D. Antonio inició una negociación con los Estados Generales para la cesión de esta isla del Caribe a su persona, a condición del mantenimiento de unas muy favorables condiciones económicas para los holandeses.
TÉLLEZ ALARCIA, Diego, Jaque al Rey: la conspiración del marqués de Tabuérniga.