Antonio Pérez Rubio

A la formación académica se agregaron dos ingredientes que iban a marcar su obra posterior: la frecuentes visitas al Museo del Prado, donde encontró material para su propia obra especialmente en las pinturas de Velázquez y de Goya en un momento en que este no gozaba aún del prestigio de los grandes maestros, y sus lecturas de los clásicos tras abandonar una primera vocación literaria.

[1]​ Según Ossorio y Bernard, pintaba de noche, asistiendo con regularidad a las sesiones nocturnas de la Sociedad Protectora de las Bellas Artes,[2]​ y, según Lafuente Ferrari, vivió, «pobre y tranquilo, la vida del madrileño que pasea, charla y asiste a las tertulias de los cafés».

Asistió con regularidad y mediana fortuna a las exposiciones nacionales celebradas en Madrid de 1862 en adelante.

[8]​ La crítica tampoco le fue favorable en esta ocasión, deplorando el estilo inacabado que, sin embargo, iba a acentuar en trabajos posteriores en los que las figuras quedan reducidas a manchas, como en el titulado Atentado contra el noveno mandamiento, tabla de pequeñas dimensiones conservada en el Museo del Prado,[9]​ o en su aproximación goyesca al tema bíblico de Susana y los viejos del Museo de Bellas Artes de Córdoba.

Dada la precaria situación económica en la que se encontraba la ceremonia fúnebre fue sufragada por la Asociación de Escritores y Artistas, en cuyas exposiciones había participado con frecuencia.

Antonio Pérez Rubio, fotografía de Juan Laurent . Madrid, Museo de Historia de Madrid .
La aventura de don Quijote, cuando ataca a la procesión de los disciplinantes , óleo sobre lienzo, 63 x 112 cm, Madrid, Museo del Prado , en depósito en la Escuela Superior de Canto.
Velázquez, un enano y un perro , óleo sobre cartón, 30,3 x 22,9 cm, Castres , musée Goya .
Susana y los viejos , óleo sobre tabla, 14,50 x 21,50 cm, Córdoba , Museo de Bellas Artes de Córdoba .