Antonio Borrero Cortázar

Su sobrino nieto Manuel María Borrero también ejerció la Presidencia de la República.

[1]​ Una tía paterna del niño prodigio, guapa e ilustrada, que luego se metió de monja, le enseñó en casa la primaria.

En él combatió con entereza y siempre de frente los excesos anticonstitucionales cometidos en la primera administración garciana.

García Moreno lo calificó de "el más soberbio Lucifer" y "demagogo".

Periodista filosófico y a veces duro, académico de la Lengua, ensayista de la política y el derecho, biógrafo de fray Vicente Solano, respetado jurista, escribió entre otras obras "Refutación del libro titulado 'García Moreno, presidente del Ecuador, vengador y mártir del derecho cristiano', escrito en francés por el padre redentorista Alberto Berthe ".

Hubo libertad de prensa, respeto a las garantías ciudadanas, honradez y aplicación al trabajo.

Se opuso a que los jesuitas alemanes dejaran la Politécnica, pero prevaleció la voluntad de esos científicos.

Renegoció la deuda externa, atendió a la buena conservación de los caminos, abrió otros nuevos y celebró algunos tratados con Colombia sobre extradición de reos, propiedad literaria y comercio.

Borrero había prometido reformar la Constitución de 1869 y empezó a hacerlo.

Pero los liberales más radicales no veían otra salida que la de convocar una Asamblea Constituyente para armar una nueva Constitución.

Veintimilla empezó a conspirar, comunicó al presidente que Guayaquil estaba inquieta y pidió que le enviaran uno de los mejores batallones de la Sierra -y así se hizo-, desterró al general Secundino Darquea, y mientras hacía de las suyas, escribía cartas de fidelidad al presidente "porque el militar y la mujer no tienen más que el honor y, una vez perdido, no pueden recobrarlo jamás".

Pedro Carbo, ausente en Europa, fue nombrado ministro general; José María Noboa, subsecretario de lo interior, y se dio la gobernación del Guayas a José María Caamaño.

Borrero le contestó de modo hiriente; Veintimilla, con el destierro en Panamá.

Urbina y Veintimilla entraron triunfantes en Quito, pero no a la luz del día.

Después del derrocamiento de Veintemilla en 1883, fue autorizado para retornar al Ecuador, donde trabajó como abogado, periodista y escritor hasta su muerte.