Antípatro de Macedonia

Las relaciones entre Antípatro y Olimpia de Epiro, madre de Alejandro Magno, que había enviado a su hijo varias cartas denunciando la deslealtad del general, se deterioraron gravemente tras la partida de Alejandro,[1]​ hasta el punto que Olimpia fue obligada a exilarse al Épiro en 331 a. C..

Según Plutarco, Alejandro temía la ambición y el doble juego de Antípatro.

Antípatro exigió a los atenienses que le entregasen al traidor, pero no lo hicieron.

La justicia de Atenas siguió investigando pues necesitaba un chivo expiatorio para dar detalles a Alejandro.

Pero en el 322 a. C. toda Grecia cayó de nuevo en manos del general macedonio, quien además pidió que le entregaran a Demóstenes.

Se convirtió así en regente del imperio y tutor de los reyes, aunque su autoridad fue brevemente discutida.