Anfibología

Se considera que en muchas “mancias” (supuestas artes adivinatorias) uno de los recursos que se dan como respuesta a los consultantes son anfibologías, por ejemplo una respuesta del Oráculo de Delfos podía ser de esta clase: «¡vencerás no morirás!» (la cuestión aquí es dónde debe estar la coma ya que el significado cambia diametralmente si se pone la coma en «¡vencerás, no morirás!» o si se pone en «¡vencerás no, morirás!», en el primer caso se sugiere la victoria del que hace la consulta, en el segundo la muerte del mismo; las llamadas artes adivinatorias suelen manejar estas ambigüedades —es decir, anfibologías— para acertar siempre —por opuestas que sean— en el enunciado de sus predicciones.

Aparece cuando se intenta argumentar a partir de premisas formuladas ambiguamente en su estructura gramatical, pudiendo resultar verdaderas en una interpretación y falsas en otras.

[3]​ Junto al sinsentido (o nonsense), el doble sentido es uno de los recursos principales para crear chistes.

La anfibología suele usarse humorísticamente, como en: «Una vez le disparé a un elefante en pijama.

Para evitar esto, es necesario volver a escribir y acomodar las palabras de manera que las ideas estén lo más claras posibles.

Por ejemplo la palabra solo (tanto si es adjetivo como si es adverbio) no debía acentuarse según la Real Academia Española salvo caso de anfibología.

[4]​ Es muy frecuente que se produzcan problemas cuando se usan términos polisémicos o en todo caso ambiguos; un ejemplo de ello es el uso y abuso de la palabra originarios en lugar de las mucho más precisas indígenas o aborígenes; ya que 1) todos los seres humanos son originarios (todos los seres humanos tenemos un origen) 2) la palabra originario puede significar algo que estaba en el origen pero también algo que da origen a otra(s) cosa(s).

Sin embargo, hacia la década de los sesenta curiosamente en el habla coloquial argentina la palabra bárbaro adquirió —denotando algo del orden del goce que hasta entonces estaba muy reprimido— un significado coloquial inopinado: desde esa época la expresión ¡bárbaro!

Si no, es aconsejable volver al seguro terreno de lo directo y sencillo.