Sin embargo, este triunfal comienzo no le impidió sufrir severos problemas con las autoridades soviéticas, y tardó siete años en lograr estrenar su siguiente película, la monumental Andréi Rubliov (1969).Aceptó dirigir Solaris (1972) porque necesitaba seguir trabajando y pudo realizar su muy personal El espejo (1975), en la que narraba muchos pasajes de su propia vida.Dispuesto a seguir haciendo películas al precio que fuera, el desastroso rodaje de Stalker (1979), que sufrió la pérdida de gran parte del negativo original por un accidente en el revelado, casi le cuesta la cárcel cuando exigió que volvieran a otorgarle el presupuesto inicial y solamente pudo terminarla con una inversión mucho menor.En su juventud, estudió música, pintura y escultura,[8] aprendió lenguas orientales en Moscú antes de interesarse por el cine; también trabajó como geólogo por un tiempo en Siberia.[11] En la escuela, su mentor fue Mijaíl Romm, un profesor por cuyas clases pasaron numerosos estudiantes que luego serían importantes cineastas.[12] En 1956, Tarkovski dirigió su primer cortometraje, The Killers, inspirado en el relato de Ernest Hemingway.Su siguiente obra, Solaris (1972), fue pronto aclamada en el Este y considerada por muchos como la respuesta soviética a la película 2001: Una odisea del espacio, del director estadounidense Stanley Kubrick, aunque Tarkovski siempre afirmó que no la había visto.Según los informes, Tarkovski se enfureció por esta interrupción y destruyó la mayor parte de la película.Tarkovski también compartió un premio especial llamado Grand Prix du cinéma de Creation con Robert Bresson.Sin embargo, en esos meses Andréi Tarkovski estaba sufriendo los estragos del cáncer y le fue imposible asistir a recoger el Premio Especial del Jurado que obtuvo esta película, y fue su hijo Andriushka quien lo recogió ante un aplauso general que se prolongó durante varios minutos.[20] El más famoso director soviético desde Serguéi Eisenstein, Andréi Tarkovski es uno de los máximos representantes del cine ruso, cuyas películas son intensamente íntimas, ocasionalmente controvertidas, siempre hermosas en cada fotograma; y es por eso por lo que es considerado como un poeta del cine.Interesado en ir más allá del lenguaje cinematográfico, Tarkovski exploró nuevas formas de narrativa cinematográfica, que influyeron en la nueva generación de cineastas, y desarrolló una interesante teoría del Cine, a la que llamó «Esculpir en el tiempo».Andréi, tomando muy en serio dicha petición, comenzó anotando una lista con los nombres de sus directores predilectos (Buñuel, Mizoguchi, Bergman, Bresson, Kurosawa, Antonioni, Vigo, Dreyer), para luego establecer una lista de películas cuidadosamente numerada:[22]