Aníbal Pinto

Durante su gobierno, comenzó la Guerra del Pacífico, que enfrentó a los aliados Bolivia y Perú contra Chile.Mantenía correspondencia con Alexander Von Humboldt, Jean Gustave Courcelle-Seneuil y otros sabios europeos.[1]​ Se dedicó a actividades agrícolas en su hacienda, en lo que hoy se denomina La Pintana, en los alrededores de Santiago, y escribió para periódicos como El Ferrocarril, desde donde haría oposición al gobierno de Manuel Montt.[5]​ Cinco años más tarde, su candidatura presidencial fue respaldada por la Convención de Liberales del Gobierno, Radicales y otros grupos.[6]​ Sin embargo, Vicuña Mackenna, renunció a su candidatura al verse falto de apoyo por los conservadores (que lo apoyaron momentáneamente como venganza al presidente Errázuriz) y parte del partido liberal democrático (que fue creado únicamente para su candidatura).Aníbal Pinto integró su primer gabinete con los liberales, nacionales y radicales, que lo llevaron a la presidencia.El primer gabinete estuvo conformado por: Rafael Sotomayor era el nacional del gabinete y se mostraría como el mayor valor de toda la administración Pinto, valor que empezó a mostrar en el Ministerio de Hacienda al intentar controlar la crisis económica que pasaba el país.El nuevo gabinete dirigido por Belisario Prats no incluyó radicales, debido a los problemas causados por estos en el desempeño del ministerio anterior, debiendo el presidente decidir entre los liberales de gobierno o los radicales, eligiendo a los primeros.Este ministerio decretó la inconvertibilidad del billete, en una medida destinada a evitar la quiebra de los bancos.Se organizó un nuevo ministerio con Antonio Varas de la Barra, en Interior y Domingo Santa María González en Relaciones Exteriores, quien aprobó las negociaciones del embajador José Manuel Balmaceda en Argentina.El ministerio dirigió todas sus energías a la organización del ejército y la escuadra.En Argentina también se piensa que en aquel tiempo su gobierno habría cedido la Patagonia Occidental a Chile.
Aníbal Pinto por Manuel Antonio Caro .