Su labor literaria, como compilador y comentarista del Derecho regio castellano, la realizó en avanzada edad, retirado en Huete.
En Sevilla, 1477, aparece su Compendium manuale o Repertorium que comprende 539 voces de Derecho canónico, por orden alfabético, sólo siendo superado por el abad siciliano Panormitanus.
En Salamanca, 1485, una [(Secunda)] compilatio legum el ordinationum regni Castelle, de objeto análogo, sobre el Derecho real, obra destinada a preparar la recopilación ordenada por Enrique IV en las cortes de 1458.
Como un complemento a la glosa de Arias de Balboa al Fuero Real, presentó el autor su propio comentario, compuesto «entre fatigosas ocupaciones y los tempestuosos mareos curiales»; impreso a fines del siglo XV en Toulouse, en Salamanca en el 1500, en su prólogo defiende hábilmente la tarea del intérprete, que estaba prohibida por las leyes; en su texto intercala ocho opúsculos sobre el consejo del rey, la desobediencia al mismo, el método de estudio, el proceso criminal contra el ausente, el matrimonio, la potestad del Príncipe y del Papa, la unidad de la fe (en favor de los conversos) y la conversación con las mujeres.
Fue un jurista de antiguo estilo, muy adicto, a los reyes, limitado y fiel.