La alfarería en la provincia de Lugo (España), más allá de la producción anterior a la Hispania romana y los restos arqueológicos anteriores al periodo medieval, ha quedado documentada ya desde el siglo xvi,[1][2] y censada luego en repertorios nacionales como las Memorias políticas y económicas (1792), de Larruga que registra 168 alfares en el conjunto de las provincias gallegas, entre los que se incluyen focos lucenses como los de Gundivós, Bonxe, Mondoñedo y, comercialmente, Lugo capital.[3] Ya en el límite con Zamora, esta parroquia del municipio de Sober mantiene un foco activo de ceramistas que anualmente celebran una feria tradicional conservando y promocionando piezas representativas de la alfarería negra gallega como la jarra con bigotes.[1] Seseña acompaña este dato con un listado de pequeñas poblaciones en las que tuvo presencia la alfarería, como citaron Sebastián Miñano en el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826 y 1829) y Pascual Madoz en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico (1846-1850).[8] Así, aparecen identificados: Gaioso, Silvarrey, Ramil, Pías, Veiga, Penelas (aldea de Monforte de Lemos), Tirimol (y su anexo A Brea), y Bonxe, localidad que en la década de 1960 llegó a tener 35 alfareros.Al norte de la provincia, la vetusta capital de La Mariña Central aparece discretamente mencionada por Larruga en sus Memorias como centro alfarero, dato que amplia Madoz luego censando 6 alfares.