Era feliz y comunicativa, lo que le hizo ganarse el cariño de sus compañeras.
A los doce años cayó enferma de una grave infección, tal vez fiebre intestinal tifoidea; superó este episodio pero su cuerpo quedó marcado por la enfermedad.
El Sábado Santo de 1918, tenía Alexandrina 14 años, sucedió un hecho decisivo para su vida.
La ventana tenía una altura de cuatro metros, por lo que apenas sobrevivió y su columna vertebral se fracturó.
En 1944, su director espiritual Don Umberto Pasquale, animó a Alexandrina para que se inscribiera en la Asociación de Salesianos Cooperadores.
En sus revelaciones particulares, Jesús hizo dos grandes promesas a la Beata Alexandrina de Balazar: