Durante el clima posrevolucionario mexicano el gobierno buscaba la reconstrucción y modernización del país, involucrando todas las estructuras sociales, la economía, las finanzas, la tecnología, la cultura afectando profundamente a la población.
Es en esta coyuntura y en este ánimo que se crea la Escuela Bancaria del Banco de México.
La intención era capacitar a quienes reestructurarían el sistema bancario mexicano y actualizarlos según las tendencias internacionales en boga.
Alejandro Prieto y Agustín Loera y Chávez retoman el proyecto, contando por el apoyo de personalidades como Manuel Gómez Morín, Miguel Palacios Macedo, Alfonso Caso, Ponciano Guerrero, Alfredo Chavero e Híjar, Mario Domínguez, Rafael B. Tello, Eduardo Suárez Aránzolo, Enrique González Aparicio, Francisco González de la Vega, Roberto Casas Alatriste, Tomás Vilchis, Julio R. Poulat, José Luis Osorio Mondragón y Alejandro Carrillo para la creación de una nueva institución dedicada a la enseñanza de la contabilidad y de las materias bancarias.
A la par se desempeñó como profesor en la Escuela Bancaria y Comercial de la cual fue director general en 1961.
Su aporte a la Contabilidad es invaluable, algunos de sus biógrafos lo consideran el padre del «sincretismo contable mexicano».