Salomé advirtió repetidamente a Herodes del peligro que le amenazaba por parte de Alejandro y su hermano Aristóbulo.
El rey pensó que no era imposible que sus hijos meditaran vengarse por la ejecución de Mariamne; y por otra parte, la abierta antipatía expresada por ellos contra su padre se combinó para abrir el oído del rey a las calumnias de Salomé y sus compañeros de conspiración.
La insidiosa conspiración de Antípatro y la enemistad abierta de Alejandro hacia Herodes ensancharon la brecha entre padre e hijo hasta tal punto que, en 12 a. C., Herodes se sintió obligado a presentar cargos contra sus hijos ante Augusto.
Se presentaron cartas interceptadas que revelaban el rencor de Alejandro contra su padre.
Herodes presentó una denuncia formal de alta traición contra ellos ante Augusto, quien puso el asunto en manos del propio Herodes para que se hiciera cargo del caso.