La alcazaba fue construida sobre una elevación rocosa y visible, prácticamente, desde todos los puntos de la ciudad.
Fernando III el Santo, Pedro I y los Reyes Católicos conquistaron, consecutivamente, esta fortaleza a los árabes en varias ocasiones.
Conserva en su entrada principal, orientada al este, zaguán con buharda sobre el arco de entrada -trampa desde donde se volcaba aceite hirviendo a los enemigos- y una inscripción religiosa con caracteres cúficos en la que puede leerse "Dios es único, no engendró ni fue engendrado, no tiene compañero".
Parte integrante del sistema defensivo fronterizo, ha sido utilizado a lo largo de la historia como residencia, almacén, cárcel y cuartel.
Ha sido habitable desde siglos atrás e incluso el ayuntamiento la arrendaba a particulares para recaudar para las arcas municipales.