El término albayalde (del árabe al-bayūd, ‘blancura’) designa al carbonato básico de plomo (II), un pigmento empleado tradicionalmente en pintura artística, y, por extensión, también al color de ese pigmento.
Sin embargo, tendía a causar envenenamiento por plomo, por lo que actualmente su uso está prohibido en la mayoría de los países.
Durante siglos fue el único color blanco de calidad empleado en la pintura al óleo.
También lo mencionan Marco Vitruvio —en su obra De architectura (c. 15 a. C.)— y Plinio el Viejo —en su Naturalis Historia (c. 77 d. C.)—.
[10] Las hetairas griegas empleaban el carbonato básico de plomo (II), mezclado con miel, como mascarilla para el rostro.
La mantenían toda la noche y al levantarse se lavaban el rostro con agua fría, aplicándose posteriormente otra capa de la misma mezcla pero más diluida, que le confería a su tez un color blanquecino.