Eliot Deacon (Liam Neeson) es el dueño de una casa funeraria quien suele hablarle gentilmente a los cadáveres mientras los prepara para su entierro.
Esa noche, Anna mantiene una discusión con su novio, Paul (Justin Long) en un restaurante, y abandona la mesa.
Eliot le inyecta regularmente a Anna una droga -ficticia- llamada hidrato de bromidio para "relajar los músculos y prevenir el rigor mortis".
El niño acepta y posteriormente se lo ve enterrando a un pollito (aparentemente vivo) en una caja.
Luego se los ve abrazados y Anna le dice a Paul que siempre lo ha amado.
Paul intenta decirle que está vivo y Eliot le inserta un trocar de embalsamamiento en el torso.