Los nazis habían establecido ciertas exenciones: los miembros del Judenrat, los de la Policía Judía, los empleados por empresas alemanas, el personal sanitario y los aptos para trabajar, todos ellos con sus esposas e hijos, así como los hospitalizados que fueran incapaces de viajar.Pensó entonces en aumentar los puestos de trabajo de mujeres ("una máquina de coser puede salvar una vida"), pero las deportaciones empezaban la misma tarde en la que se produjo la entrevista con el responsable nazi y se iban a producir a un ritmo demasiado rápido como para que diera tiempo a hacer gran cosa.Abrumado, Czerniaków se suicidó esa misma noche en su despacho ingiriendo cianuro.[3] En una nota de despedida a su esposa, afirmaba: «Ya no puedo soportar más.Czerniaków fue sustituido apresuradamente por Marek Lichtenbaum, quien cumpliría mecánicamente las instrucciones nazis.