La especie es diurna, manteniendo el grueso de su actividad en las primeras y últimas horas del día.
Las horas más calurosas del mediodía suelen pasarlas descansando a la sombra de las rocas.
En su búsqueda de pastos, los íbices demuestran tener un paso seguro sobre cuestas empinadas y resbaladizas, sobre todo cuando se hielan en invierno.
Durante el verano llevan una vida solitaria o permanecen en grupos menores exclusivamente masculinos, donde la jerarquía viene impuesta por la fuerza y la edad.
Éstas nacen tras 170 días de gestación y son normalmente una por parto, dos en raras ocasiones.