El director elegido para llevar a cabo el proyecto fue Alejandro Cirici-Pellicer: Benet lo eligió debido a su formación artística, ya que había estudiado arqueología e historia del arte (lo que hizo que fuese elegido también como director artístico), además de ser un prestigioso crítico.
Tras finalizar el guion, los productores le dijeron a Escobar que realizase los primeros bocetos de la película sobre la base de una historia situada en el siglo XVIII, pero el resultado de los mismos no les gustó y Cirici propuso situarla en el Renacimiento, una época que les permitiría lucirse.
Los bocetos fueron realizados por Escobar y Cirici en colaboración con Enrique Ferrán, Cirici indicó todo lo que debían llevar los decorados, que pasarían a la sección de Ferrán, que estaba formada por el propio Ferrán junto con Melchor Niubó y Enrique Sanchís entre otros, quienes se encargarían de ejecutarlos.
Escobar pidió no realizar los personajes de Cenicienta y el príncipe al ser similares a la realidad, por lo que Cirici decidió encomendar esta tarea a Juan Ferrándiz que contó con la aprobación del propio Escobar.
A pesar de ello no contó con el apoyo del público: al no conseguirse los resultados de taquilla esperados, se canceló el segundo proyecto de la productora, llamado Viaje fantástico, y el equipo formado se disolvió poco después.
[1] Tras la Muestra de Venecia, la película Érase una vez... quedó supeditada al paso del tiempo y el deterioro que éste conlleva.
Sólo se conservaban materiales de 16mm en blanco y negro, obtenidas en los años 1960 de poca calidad fotográfica debido a las lesiones por las numerosas proyecciones a las que han sido sometidas.
Este evento, junto a álbumes y dibujos sobre el largometraje que también se mantienen, permitió redirigir el proyecto hacia una inserción de color más coherente con la versión original.