Según esta tradición, son ángeles caídos: El término traducido como "Lucifer" significa, "Brillante", "Portador de la luz".
El libro de Job ilustra sobre esas visitas al cielo, y permite notar la actitud arrogante del Demonio:
Finalmente en el Apocalipsis se relata que para confinarlo definitivamente en la tierra era indispensable el sacrificio de Jesús.
Los católicos en su catecismo, en el numeral 391 consideran que "El Diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos", y en el numeral 392 del mismo catecismo que "esta caída consiste en la elección libre de estos espíritus que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y a su Reino".
Es decir que para los católicos, Lucifer se condenó a sí mismo eligiendo voluntariamente el mal, y las decisiones de los ángeles sean buenos o malos son irrevocables según el numeral 393 del mismo catecismo.