Ángela Serafina Prat

Ángela Margarita acabó acogida en Barcelona en casa del comerciante Salvador Molins, que primero la tuvo como sirvienta, pero que al descubrir su habilidad y destrezas, especialmente con la cadenilla de oro, pasó a encargarle también oficios en el comercio.

Aunque pronto se inició en Ángela Margarita la vocación a la vida consagrada, los esposos Molins se opusieron decididamente y, de común acuerdo con el padre y la madrastra, la prometieron en matrimonio con Francisco Serafí, sastre de Barcelona.

En Villafranca del Panadés Serafí continuó con su mala vida, y a los 10 meses tuvieron que trasladarse de nuevo.

Ángela Serafina quedó viuda, con una hija pequeña al cuidado y sin recursos económicos.

Sin embargo, sin Serafí, pudo dedicarse a sus ideales religiosos más tranquilamente, además de trabajar para sobrevivir, lo que dada su destreza no le fue difícil.

Las intensas jornadas de oración comenzaron a manifestar fenómenos místicos, especialmente éxtasis, que acabaron cobrando notoriedad entre la población.

Fue denunciada como farsante a la Inquisición, que le abrió proceso, aunque en medio del interrogatorio cayó en éxtasis y acabó siendo absuelta.

Se trasladó a Barcelona y fundó una pequeña casa donde educar jóvenes, de donde saldrían las primeras integrantes para la fundación, entre ellas su confidente Isabel Astorch.

La fundación admitía cada vez a más jóvenes, creciendo en número y teniendo que agrandar el monasterio.

La traducción de tantos materiales al italiano supuso otra detención del proceso, que no se presentó en Roma hasta 1933.

Cuadro de 1896, en la Galería de Manresanos Ilustres del Ayuntamiento de Manresa .