[1] Tanto desde las aulas como en sus publicaciones, impulsó el conocimiento de la historia del arte desde otras perspectivas, usando «multiplicidad de enfoques y referencias» y buscando en quien escucha o lee una reacción nueva frente a la obra, el autor, la exposición.
[2] Mantuvo fuertes lazos con los artistas emergentes de su generación, como Carlos Alcolea o Juan Navarro Baldeweg[1] y se mostró crítico con cierto coleccionismo privado que atesoraba las obras solo para comerciar, como una inversión.
Una historia invisible del arte contemporáneo, publicado en el año 2000 y que fue galardonado con el Premio Nacional de Ensayo al año siguiente.
[1] Peio H. Riaño señaló sobre él que la suya fue «la carrera más brillante e independiente de todas las que navegan por el barrizal de la Historia del Arte».
[4] Miguel Zugaza, director del Museo del Prado en aquel momento, destacó su labor como autor, crítico y profesor, faceta en la que lo calificó de «extraordinario»[1] y también se le reconoció ser un maestro de mirada independiente.