Se destacan su libro de cuentos Todos estábamos a la espera y la novela La casa grande.
[1] El matrimonio Cepeda Samudio se separó en 1932, poco después de que Luciano contrajera una enfermedad venérea.
Al llegar se hospedaron en el Hotel Imperial; en poco tiempo su madre abrió una juguetería y una pensión.
[1] En 1936, tras la muerte de Luciano Cepeda, Sara y Álvaro regresaron a Barranquilla, donde también montaron una pensión.
En 1944, su madre se casó por segunda vez con Rafael Bornacelli, un hombre adinerado a quien había conocido en la pensión de Ciénaga.
El texto era una diatriba contra varios profesores de la institución, titulada Anotaciones breves sobre los maestros.
[1] En 1946 regresó al Colegio Americano y fundó un grupo literario junto a varios amigos.
[1] Miró se suicidaría en 1947 en Buenos Aires y Cepeda Samudio, para honrar su memoria, escribió una nota en El Nacional.
Vargas y Fuenmayor, interesados por la identidad del autor de la nota, fueron a buscarlo a las instalaciones de El Nacional, y se asombraron al descubrir que su autor era un joven que trabajaba por las noches en el diario.
Al igual que en el bachillerato, fue un estudiante destacado, pero poco asiduo a los salones de clase.
[1] Su estadía en Nueva York fue fundamental para conocer la vanguardia literaria y periodística norteamericana, que influiría en su trabajo posterior, así como para ensayar sus primeros cuentos.
[1] Cepeda Samudio, García Márquez, Vargas y Fuenmayor conformaron junto a Alejandro Obregón, Meira Delmar, Orlando Rivera, Julio Mario Santo Domingo, Miguel Camacho Carbonell, entre otros, la segunda generación del Grupo de Barranquilla.
El bar fue visitado esporádicamente por Marta Traba, Fernando Botero, Nereo López, Rafael Escalona, Héctor Rojas Herazo, Consuelo Araújo, Enrique Grau, entre otras personalidades.
[8] En 1955, a los veintiocho años, contrajo nupcias en la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro con Teresa Manotas.
Si bien en su infancia había sido enfermizo, Cepeda Samudio gozaba de una vitalidad que asombraba y optó por regresar a Barranquilla.
"Hay veces, créemelo, que esta vaina de morir asusta", le escribió a Daniel Samper Pizano.
Dos días después, sus restos mortales fueron trasladados a Barranquilla, donde recibió un entierro multitudinario el 15 de octubre.
[9] La obra literaria de Cepeda Samudio es considerada por la crítica como renovadora y precursora del boom latinoamericano.
[10][2] Su padrastro Rafael Bornacelli le dio el dinero necesario para la publicación, suma que ascendía a 500 pesos.
En dos ocasiones anteriores, Bornacelli le había entregado la misma cantidad de dinero, pero Cepeda lo gastó con sus amigos.
Destacan Hoy decidí vestirme de payaso, Un cuento para Saroyan, y Todos estábamos a la espera.
[12][10] Cepeda Samudio conoció la historia siendo muy niño, cuando vivía en esa población, a través de sus familiares y vecinos.
La novela, rica en recursos literarios, tuvo muy buena recepción, pero poca tirada y mucha menos venta.
Con el tiempo La casa grande ha sido editada más de doce veces,[13] con traducciones al inglés, francés, alemán, ruso búlgaro, entre otros idiomas.
Alfonso Fuenmayor la tildó de desafortunada, mientras que Álvaro Medina consideró los cuentos como un simple divertimento del autor.
Bajo su mando estuvo su esposa Teresa, Plinio Apuleyo Mendoza, Arnaldo Valencia Conto, Hernando Gómez Oñoro, entre otros.
[1] Cepeda Samudio se aficionó al cine desde niño, cuando su padre Luciano le trajo desde Panamá una máquina para ver películas en casa.
Años después, siendo estudiante de bachillerato, trabajó como acomodador en el cine Rex para poder ver gratis las cintas del momento.
Durante sus estudios en Nueva York frecuentaba Thalia Cimena, el cual proyectaba cine independiente o películas que tardaban meses en llegar a Barranquilla.
Gabriel García Márquez revisó el guion, y, según Grau, su crédito aparece en copias posteriores de la cinta principalmente para darla a conocer al mundo.