(denominadas en inglés con el término playtesting) a jugadores provenientes del público asistente, haciendo más tarde mención de una de esas partidas en la que iba a ser la primera publicación del juego.
Dicha primera publicación la llevó a cabo la editorial barcelonesa Joc Internacional pocos meses después al incluir el juego entre las páginas del número 45 de la revista Líder, correspondiente a enero de 1995.
[3] Desde entonces esta nueva publicación libre de derechos le ha dado una nueva popularidad y diferentes sitios web especializados lo han incluido en sus páginas, como Templo de Hécate,[4] Zona Fandom,[5] Rolgratis[6] o Vidas paralelas[7] e incluso algunos otros sitios web han incluido transcripciones enteras del juego entre sus páginas, como Otakumonichi[8] y La guarida del dragón.
los jugadores interpretan a niños que cursan la enseñanza primaria (el juego menciona la EGB, que en 1995 era todavía el ciclo de enseñanza primaria en España).
no atribuye pues edades a los personajes jugadores sino que les atribuye el curso escolar en el que están inscritos, curso comprendido entre 1° y 6°, excluyendo 7° y 8°, idea fácilmente adaptable hoy en día a los cursos equivalentes del actual sistema de educación primaria.
Efectivamente en esos últimos cursos el alumnado ya empieza a alejarse del mundo de la infancia y a acercarse al de la pubertad y al de la adolescencia, por lo que los niños matriculados en esos cursos ya no se consideran aptos para ser personajes jugadores del juego.
Los niños interpretados en el juego están esencialmente descritos mediante cuatro características («aplomo», «picardía», «ser de goma» y «ser encantador»/«ser odioso», contando estas dos últimas, a efectos de juego, como una sola) y diez habilidades («buscar», «combate», «correr», «destreza», «esconder», «juegos de niños», «juegos de niñas», «trepar», «vehículos estables» y «vehículos inestables»).
Como lo dice el dicho popular español, retomado por el subtítulo del juego, «los niños son de goma, no se rompen nunca», lo cual es cierto en la medida en que en muchas ocasiones lloran más por razones de trauma psicológico que por razones de trauma físico.