Algunas haptofitas periódicamente producen floraciones algales marinas tóxicas o generan una espuma desagradable que a menudo se acumula en las playas.
Disminuyen en abundancia hacia las latitudes templadas, aunque algunas haptofitas todavía se encuentran en aguas polares.
Algunas especies periódicamente producen floraciones algales marinas tóxicas o generan una espuma desagradable que a menudo se acumula en las playas.
Muchas especies son fagotrofas y presentan vesículas en el citoplasma con las que digieren el material ingerido.
Las placas orgánicas se originan en el aparato de Golgi y están a menudo envueltas en mucílago.
Estos tienen un exoesqueleto de placas calcáreas denominado cocolito y constituyen el fitoplancton marino más abundante, especialmente en mar abierto.
Los cocolitóforos se incluyen en los órdenes Coccolithales e Isochrysidales y son extremadamente abundantes como microfósiles.
Estos se conocen desde el Carbonífero, hace unos 300 millones de años, y son muy abundantes durante el Jurásico.
[9] La mancha ocular se sitúa dentro o próximo al cloroplasto y consiste en gotitas de lípidos.
Algunas haptofitas como Pavlova lutheri e Isochrysis son económicamente importantes, pues se utilizan extensivamente en la acuicultura.
Estudios moleculares y morfológicos dividen a Haptophyta en cinco órdenes agrupados en dos clases:[2] Se han encontrado las siguientes relaciones:[11] Pavlovales Phaeocystales Prymnesiales Coccolithales Isochrysidales Las algas haptofitas se habrían originado por simbiogénesis entre una célula huésped hetrótrofa haptista y un alga endosimbionte heterokonta de acuerdo con la genética plastidial;[12] este endosimbionte sería una ocrofita de tipo Diatomista por la presencia de clorofila c3.