William McGonagall

Su cautela resultó infundada, mientras el teatro se llenaba con amigos y compañeros de trabajo, ansiosos de ver lo que habían predicho correctamente que iba a ser un "desastre divertido".

Una llama, como dijo Lord Byron, parecía encender todo su cuadro, junto con un fuerte deseo de escribir poesía".

"[11]​ La carta le dio confianza a McGonagall en su "capacidad poética", y sintió que su reputación con la Reina Victoria podría mejorarse aún más si pudiera darle una interpretación en vivo de su trabajo.

Así es que en julio de 1878 se dirigió desde Dundee a Balmoral, a unos 60 kilómetros, viajando sobre terreno montañoso y en medio de una tormenta violenta, "calado hasta los huesos", para presentarse ante la Reina Victoria.

[12]​ Cuando llegó, se anunció a sí mismo como "El Poeta de la Reina".

McGonagall presentó la carta, pero le negaron la entrada y tuvo que regresar a su casa.

[16]​ McGonagall constantemente luchaba con problemas de dinero, aunque consiguió algunas ganancias vendiendo sus poemas en las calles, o recitándolos en salas, teatros y bares.

En 1880, se embarcó a Londres en busca de fortuna, y en 1887 fue hasta Nueva York.

Él leía sus poemas mientras que la audiencia le tiraba huevos, harina, arenque, patatas y pan duro.

[17]​ Ante esto, McGonagall se enfureció y escribió un poema en respuesta, titulado Lines in Protest to the Dundee Magistrates: A lo largo de su vida, McGonagall parecía ajeno a la opinión general de sus poemas, incluso cuando su audiencia le arrojaba huevos y verduras.

[19]​ Sin embargo, en 1893, se estaba poniendo molesto por sus malos tratos en las calles y escribió un poema enfadado, amenazando con irse de Dundee.

Allí, McGonagall tuvo un cierto éxito, llegando a ser una "figura de culto" en gran demanda.

Pero solo un verdadero maestro puede llegar a una copla como": McGonagall había escrito anteriormente un poema en alabanza al puente, "The Railway Bridge of the Silvery Tay", que en una parte decía: "Con tus numerosos arcos y pilares en orden tan grande".

Una vez que el reemplazo del puente se hubo construido, sin la menor sensación de ironía, procedió a componer una oda a la construcción de la nueva obra: "An Address to the New Tay Bridge".

En la era moderna, la serie entera se reprodujo en una sola colección llamada The Complete McGonagall.

El Tay Bridge desplomado, visto desde el norte.