King Vidor

Hizo documentales publicitarios y noticiarios (por ejemplo, para la Ford), que logró vender en ocasiones.

Por entonces pudo ver rodar a D. W. Griffith, y estudió su novedosa forma de usar los planos.

Su primer trabajo en Hollywood fue en 1915, para desarrollar actividades relacionadas con el cine (contable, regidor, guionista).

A los pocos años tuvo su oportunidad artística, y dirigió The Turn of the Road (La vuelta del camino) en 1919, con verdadero éxito, lo cual le permitió realizar de inmediato otros tres filmes.

Protagonizada por John Gilbert, sin maquillar y al que le mutilan una pierna en la Primera Guerra Mundial, logró un éxito de audiencia (quince millones para la productora), que le dieron holgura económica.

[8]​ Había rodado ya en Hollywood más de treinta películas mudas cuando hizo la famosa Aleluya, 1929, interpretada solo por actores afroamericanos, como pensó hacer durante muchos años.

[9]​ Vidor eligió un reparto de negros de Chicago y Nueva York (no solo en Harlem), que es donde tendría gran éxito (en el Sur hubo cierto rechazo, como era previsible) y buscó a predicadores, así como un coro negro.

En ella, el sonido toma por primera vez relevancia artística dentro del cine; Vidor inventó innumerables efectos, como golpeteos y otros ruidos para acentuar la acción, además de hacer oír los diálogos; pero, como estaba en los inicios del cine sonoro, tuvo problemas con la sincronización.

Hizo El pan nuestro de cada día, 1934, de notable lirismo, sobre la depresión económica, paliada en parte por la creación de una cooperativa (tuvo problemas para financiarse); un sector del filme fue grabado sin sonido (con un metrónomo para acompasarse, dada su experiencia muda), y luego fue sonorizada contando con el magnífico apoyo del músico Alfred Newman.

Entre sus obras sucesivas hay que recordar, sin duda, el western Duelo al sol (1946), El manantial (1949), sobre la novela de la filósofa del objetivismo Ayn Rand, con Gary Cooper en el papel de un revolucionario arquitecto; y Pasión bajo la niebla (1952), que tuvieron mucho éxito.

Es considerado un cineasta total, como un puñado de los grandes, que controlaba todas las técnicas del cine, así como las artes y oficios, según subrayaba en sus apuntes autobiográficos.

Vidor (derecha) junto al operador de cámara Gus Peterson (1893-1969) durante el rodaje de la película de 1921 The Sky Pilot .