Joseph Jules Dejerine (3 de agosto de 1849 - 26 de febrero de 1917) fue un neurólogo francés . [1]
Dejerine nació en Ginebra , Suiza, de padres franceses, [1] donde su padre era propietario de un carruaje. Durante la guerra franco-prusiana (1870), Dejerine trabajó como voluntario en un hospital de Ginebra y en la primavera de 1871 decidió continuar sus estudios de medicina en París. En Francia, conoció a Alfred Vulpian , un notable neurólogo, y posteriormente se convirtió en su alumno . [2]
En 1877, Dejerine fue destinado al Hospital Bicêtre , donde organizó un laboratorio de patología . Se convirtió en profesor agregado en 1886 y encontró la oportunidad de concentrar sus esfuerzos en la neurología . Trabajó en el Hospital Salpêtrière desde 1895, se convirtió en profesor de historia de la medicina en 1901 y recibió un nombramiento superior en la Salpêtrière en 1911 como profesor de neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de París .
En 1888, Dejerine se casó con Augusta Déjerine-Klumpke , su alumna, que había estudiado medicina en París; en 1887, fue la primera mujer nombrada interna de hospital . [1]
Dejerine quedó físicamente debilitado por el estrés del trabajo en un hospital militar durante la Primera Guerra Mundial . [3] Murió en 1917 de uremia a los 68 años.
El centenario de su nacimiento se conmemoró en 1949 en el cuarto Congreso Neurológico Internacional en París, cuando el alumno de Dejerine, André Thomas, pronunció un discurso sobre la vida y los logros de su mentor.
Dejerine fue uno de los pioneros en el estudio de la localización de funciones en el cerebro , habiendo demostrado por primera vez que la alexia pura puede ocurrir como resultado de lesiones de las circunvoluciones supramarginales y angulares . También estudió la patología del síndrome talámico . [4]
Las numerosas publicaciones de Dejerine abarcan un período de más de 40 años. Como muchos neurólogos eminentes de su época, Dejerine se interesó por la psicología en las últimas etapas de su carrera y se le recuerda como defensor de la idea de que la personalidad del psicoterapeuta es crucial en cualquier interacción con el paciente.