También se dedica a aprender todo aquello que le parece indispensable: el manejo de las armas, el baile, la música, la filosofía, etc.; pero sin interesarle de veras, sino únicamente para imitar lo mejor posible a un elegante y distinguido noble.
Monsieur Jourdain entabla relaciones con el conde Dorante, un noble arruinado, que se aprovecha de las mismas para conseguir dinero, estafándolo constantemente al pedirle millonarias sumas, a las cuales M. Jourdain accede ciegamente, dado que cree en la palabra de su «amigo», quien, a cambio, «habla sobre él en presencia del rey y sus cortesanos».
Trascurrido este hecho, la enamorada Lucila se niega a casarse con ningún otro hombre que no sea su amado Cleonte.
Se realiza la falsa mediante una muy creíble y seria ceremonia para el burgués, nombrándolo «Mamamouchi», una supuesta condición de más alta nobleza.
En suma, M. Jourdain está convencido de haber alcanzado la más alta nobleza, la cual deseaba a toda costa, ya sea imitando todas las ridículas parafernalias de sus excelsos «dioses» nobles o consiguiéndolo por otros mezquinos medios.
Todos los que le rodeaban se aprovecharon de su ingenuidad, siguiéndole el juego y consiguiendo así sus fines a sus expensas.
En su época, el propio Molière representó el papel de Monsieur Jourdain, y llevaba un traje de vivos colores, adornado con puntillas plateadas y plumas multicolores; André Hubert, travestido, representaba a Madame Jourdain; Mme.