Sin duda, tomó su nombre del hecho que en su río se "varaban las naves, sin peligro de avería", debido a su lecho barroso; tal cual lo dicen las crónicas españolas.
Otras versiones indican que pertenecían a la zona de islas o del Paraná arriba y se trataba de los grupos guaraníticos: Chanáes y Mbeguáes.
Para que poseyeran sus propias tierras, el gobernador Hernandarias, les asignó una legua de campo con frente al río, que se podía medir desde la conjunción del Río Arrecifes con el Paraná (así le decían al Río Baradero, brazo del mismo) hasta contar 6.000 varas sobre su costa.
¿Cómo luciría esta tierra virgen, este paraje desconocido, cuando los conquistadores y sus funcionarios llegan a estos rincones americanos?
El primer gobernador criollo del Río de la Plata, este Hernandarias, asigna —“para que tengan tierra” esos pueblos indígenas mbiguáys, chanaes o guaraníes que los franciscanos tutelarían—, “6.000 varas sobre la costa y otras leguas de fondo”.
Mientras declina la España, en unos pocos pueblos pioneros como Baradero se delinea el futuro de nuestra república.
Es tan antiguo nuestro paraje que es también sobre esta fundación donde se asienta una futura identidad nacional.
Debemos mirar hacia atrás, en sentido inverso a la limitada mirada imaginativa original de aquel Hernandarias —quien, de pie en el vértice donde el Río Arrecifes desagua en el Baradero, no pudo vislumbrar el Baradero del futuro.
Fuentes: INDEC[1][2][3][4][5] Las ciudades vecinas o más próximas de Baradero son Gualeguay (Entre Ríos), San Pedro, Capitán Sarmiento, Lima, Zárate y San Antonio de Areco.