Su figura pública fue siempre controvertida a causa de la dureza en sus críticas, en especial contra Robert Oppenheimer, así como sus decisiones y su personalidad ególatra; pero en el ámbito científico y académico era considerado como poseedor de una mente brillante.
Siendo un físico de gran talento adquirió una posición preeminente entre la comunidad científica norteamericana.
Aunque al principio explicó a Fermi por qué pensaba que la idea no funcionaría, Teller quedó fascinado por la posibilidad y se aburrió rápidamente con la idea de "sólo" una bomba atómica, aunque ésta aún no estuviera ni cerca de completarse.
Para eliminar desacuerdos y duplicidades, Compton trasladó a los científicos al Laboratorio Metalúrgico de Chicago.
[8] En Los Álamos, Teller consiguió molestar a sus vecinos tocando el piano hasta altas horas de la noche.
Oppenheimer le hizo investigar enfoques inusuales para construir armas de fisión, como la autocatálisis, en la que la eficiencia de la bomba aumentaría a medida que progresara la reacción nuclear en cadena, pero resultó ser poco práctica.
Ella confirmó los resultados del propio Teller: el Súper no iba a funcionar.
Debido a su interés por el Súper, Teller no trabajó tanto en los cálculos de la implosión como quería Bethe.
[17] Teller realizó valiosas contribuciones a la investigación sobre bombas, especialmente en la elucidación del mecanismo de implosión.
Más tarde dijo que el destello atómico "fue como si hubiera abierto la cortina de una habitación oscura y entrara la luz del día".
[22] En los días previos y posteriores a la primera demostración de un arma nuclear (la prueba Trinity en julio de 1945), el húngaro Leo Szilard hizo circular la petición Szilárd, que argumentaba que una demostración a los japoneses de la nueva arma debía producirse antes del uso real sobre Japón, y que las armas nunca debían usarse sobre personas.
Teller creía que Oppenheimer era un líder natural y podía ayudarle con un problema político tan formidable.
Esta organización fue la que decidió en última instancia cómo debían utilizarse inicialmente las nuevas armas.
Teller llegó a ser parodiado en la película de Stanley Kubrick Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb siendo representado en el papel del Doctor Strangelove, un fanático científico exnazi y anticomunista capaz de desencadenar una guerra nuclear sin reparar en sus consecuencias.
Las antipatías y críticas se multiplicaron en los años 1980, cuando Teller desempeñó un importante papel apoyando, frente al presidente estadounidense Ronald Reagan, un proyecto de defensa antimisiles conocido como Iniciativa de defensa estratégica y popularmente como el proyecto Star Wars.