El crítico Todd Garth ha argumentado que recibe influencias de la literatura argentina de la época, reproduciendo la estética y espacio metafísicos creados por Macedonio Fernández y desarrollados por, entre otros, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
[1] La narración se desenvuelve a través de una sola voz protagonista.
Por ello, cuando Roa habla de «Yo el Supremo», hace referencia a sí mismo en la perspectiva del dictador.
La novela refleja los aspectos más negativos de su mandato.
Es una obra demandante, pues en ella se subrayan la injusticia y la dureza del dictador.