[1] Fueron descubiertos por Carlos Ribeiro en 1863,[2] con los yacimientos de Cabeço da Arruda y Moita do Sebastiao, y que fueron excavados a finales del siglo XIX.
En las cercanías, se distribuyen, de norte a sur, a lo largo de 30 km en el valle interior del Tajo y en los márgenes de pequeños afluentes otros concheros.
Cerca del poblado está la zona que acogió diversas inhumaciones.
Estos campamentos se empezaron a poblar desde mediados del VIII milenio a. C. en el Mesolítico tardío portugués (7350-5150 AP), según dataciones por radiocarbono.
[4] Además de las conchas que le dan nombre se ha encontrado manufacturas en varios materias: Los restos humanos son inhumaciones realizadas en la cercanía, como por ejemplo la del conchero de Moita do Sebastiao.