El alto mando japonés requería un nuevo concepto de cruceros ligeros que se alejase de los tradicionales cruceros exploradores y encargó al ingeniero naval Yuzuru Hiraga el buscar un diseño que marcara un cambio en este sentido.
En dichas acciones recibió daño y tuvo que ser reparado, aprovechando para agregársele algunas modificaciones adicionales.
Además también resultaron seriamente dañados el mismo Yūbari y el destructor Oite.
El 23 de diciembre de 1941, los marines americanos se rindieron al ser bombardeados y efectivamente ablandados por aviones del Hiryu y Soryu que regresaban desde las islas Hawái.
Su tripulación realiza ingentes esfuerzos para mantenerlo a flote en espera de remolque; sin embargo, los daños son graves y no pueden ser contenidos a pesar de los esfuerzos y se hunde al día siguiente.